La Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos otorgó la patente a un medicamento contra la leishmaniasis, en el que vienen trabajando de manera conjunta investigadores de la Universidad de Antioquia, de la Universidad de Caldas y de la Universidad Estatal de Illinois.
Con el hallazgo de sales de amonio cuaternarias halometiladas, principio activo, investigadores de la Universidad de Caldas, la Universidad de Antioquia y la Universidad Estatal de Illinois obtuvieron la patente 9,145,352 de lo que puede convertirse en un tratamiento económico, más asequible y seguro para curar la leishmaniasis cutánea.
“Este hallazgo nos llena de mucha esperanza, porque con estos desarrollos podremos tratar no solo la leishmaniasis cutánea sino también muy probablemente la leishmaniasis visceral, otra forma de la enfermedad que compromete órganos importantes para la vida y que puede ser mortal si no se trata oportunamente”, afirma la investigadora Sara María Robledo, coordinadora de ensayos biológicos del Programa de Estudio y Control de Enfermedades Tropicales, Pecet, de la Universidad de Antioquia.
Se trata de una alternativa terapéutica para una de las enfermedades ‘olvidadas’ del mundo, que hoy solo cuenta con cuatro tratamientos probables, todos catalogados como sistémicos y que en su mayoría se suministran por inyección, según la profesora titular de la Facultad de Medicina. Agrega que son tóxicos, pues hacen que el paciente tratado sufra de otras dolencias.
Según Robledo, se trabaja en una solución de administración oral, “algo así como un granulado para que el paciente lo tome a modo de jarabe o de pastilla, o incluso para aplicar también como pomada; pensada para que le cause los mínimos efectos secundarios al organismo humano”.
Tratamientos más amigables
De ahí que sea “una alternativa que se alía con los pacientes”, porque sería de bajo costo y segura para ellos, como resalta el investigador Darío Vélez, director del Pecet de la Universidad de Antioquia, para quien este avance científico demuestra tanto las potencialidades del trabajo interinstitucional como la capacidad de innovación que tiene la Universidad.
“A partir de unas ciencias básicas hemos ido dando todos los pasos de descubrimiento: ensayos in-vitro (pruebas en laboratorio) e in-vivo (experimentos en animales), hasta obtener un producto que ya va para una fase clínica (pruebas en humanos)”, explica Vélez Bernal. Esta última fase puede tardar de 5 a 8 años, por lo que los investigadores están trabajando con Tecnnova, Ruta N y el Programa de Gestión Tecnológica de la Alma Máter para encontrar nuevos aliados.
Según Robledo, la idea es empezar lo más pronto posible los ensayos en humanos, pues el objetivo es desarrollar nuevos medicamentos que sean seguros, más amigables con el paciente y que abunden en el mercado. Los que hoy existen no se consiguen en farmacias.
“Buscamos estar del lado del paciente, dar opciones para tratar la enfermedad”, resalta la profesora de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia. Esas opciones son, por lo pronto, tres: una crema cuyo ingrediente activo es anfotericina b con una formulación específica para la leishmaniasis; una pomada hecha a base de productos naturales, y un ingrediente activo compuesto por sales de amonio que permitirá producir medicamentos ya sea para untar o para tomar.
La patente para el ingrediente activo que curaría la leishmaniasis cutánea es la tercera que ha obtenido la Alma Máter este año, gracias al trabajo que desde 2001 adelantan el Pecet y el Grupo de Química Orgánica de Productos Naturales, que los llevó a obtener otra patente para una mezcla de metabolitos de una planta (Sapindus saponaria) y compuestos derivados químicos de tipo cromano, que sirve para tratar la leishmaniasis.
“Ellos como químicos producen las moléculas, y nosotros hacemos las evaluaciones biológicas. Miramos la actividad de los compuestos y las propiedades en cada uno de ellos, no solo antiparasitarias sino como cicatrizantes”, indica la profesora Robledo.
Paralelamente, otro desarrollo local contra la enfermedad, la crema “Anfoleish”, se encuentra en fase II de evaluación clínica, con la financiación de una ONG suiza.
Fuente: http://goo.gl/xlxGqN