Una vez solicitado el aval de la Dirección Seccional de Salud de Antioquia y de la secretaría municipal de salud, el equipo de investigadores del PECET se puso en marcha para estudiar este extraño foco de transmisión, teniendo en cuenta que se presenta en el área urbana del municipio.
Durante cuatro días los científicos visitaron la zona, hicieron el análisis ecoepidemiológico desarrollado por el PECET desde hace más de 25 años, para determinar cuáles son los factores de riesgo que tiene la población para sufrir esta enfermedad, para lo cual evaluaron los diferentes elementos implicados en la transmisión de la enfermedad: el insecto transmisor, la especie del parásito y los animales reservorios.
El estudio incluyó reuniones con las autoridades de salud, capacitación al equipo local de salud sobre la leishmaniasis y charlas de educación primaria en salud a la comunidad. Con el acompañamiento del personal de la Secretaria de Salud del Municipio, se hizo búsqueda activa, casa a casa, de pacientes con lesiones sospechosas de leishmaniasis que no hubieran acudido al centro de salud. En horas de la noche, búsqueda de los insectos transmisores dentro y fuera de las casas e instalaron trampas para la captura de animales silvestres que pudieran estar infectados con este parásito.
Los hallazgos
Se encontraron 10 nuevos casos de leishmaniasis cutánea aumentando así a 35, en lo que va del año. La comunidad conoce la enfermedad con el nombre de pito o picadura de pito.
Se aisló e identificó en los laboratorios del PECET la especie Leishmania panamensis como el parásito responsable de la epidemia. Esta es una especie que afecta la piel y puede también comprometer la mucosa del tabique nasal, produciendo leishmaniasis mucosa.
Llama la atención de los investigadores la resistencia de la comunidad para acudir al centro de salud cuando presentan leishmaniasis cutánea y muchos pacientes no aceptan recibir el tratamiento, que en forma gratuita, ofrece la Secretaría de Salud.
El rechazo se debe principalmente al temor que les produce los efectos secundarios de este tratamiento. Algunos miembros de la comunidad referían a los investigadores que un paciente había muerto como consecuencia del tratamiento, razón por la cual acuden preferentemente, donde los curanderos, quienes les ofrecen un tratamiento consistente en un preparado de plantas y otras sustancias “secretas” que aplican sobre las lesiones y que venden hasta por 150 mil pesos.
Se pudo constatar que los insectos transmisores, llamado “aludo o palomilla”, están dentro y alrededor de las casas, es decir, dentro del pueblo, y especialmente en los barrios periféricos. Las personas que viven en estos barrios están en mayor riesgo, pues la actividad de los insectos comienza a las 7:00 p.m. y dura toda la noche. Por esta razón, las personas están en riesgo de ser infectadas, tanto dentro como alrededor de las casas y a partir de esta hora.
Se capturaron algunos animales silvestres y se tomaron muestras que están en proceso de análisis en el PECET para determinar si algunos de ellos son reservorio del parásito Leishmania.
Lo que está sucediendo en Remedios es muy importante y se convierte en una llamada de alerta para el Ministerio de Salud y para la Secretaria Departamental y Municipal de Salud, respecto al manejo de esta enfermedad. Colombia es el segundo país en América en el número de casos de leishmaniasis después de Brasil. Se ha observado que aumentan cada año, que cada vez se presentan más brotes epidémicos y que la enfermedad no está solamente en la selva, sino que está llegando a las ciudades.
Todavía en Colombia el tratamiento de elección para la leishmaniasis son unas inyecciones de sales de antimonio, medicamento que se usa desde hace 70 años, altamente tóxico y doloroso que requiere la aplicación tres o cuatro ampollas para una persona adulta, durante 20 a 28 días.
Dada la toxicidad, este esquema de tratamiento ha sido replanteado por la Organización Mundial de la Salud y la Organización Panamericana de la Salud. Sin embargo, el Ministerio de Salud de Colombia aún no ha modificado la resolución que regula el tratamiento de la leishmaniasis en el país. Por esta razón es que se presentan casos como el de la comunidad en Remedios Antioquia y de muchas otras regiones del país, donde prefieren el tratamiento empírico con plantas o con cáusticos, al tratamiento ofrecido por las autoridades de salud.
El municipio de Remedios es una zona históricamente endémica para Leishmania y presenta condiciones que favorecen la transmisión: las viviendas tienen cercanía con el bosque, las condiciones estructurales de las casas benefician el ingreso de los insectos transmisores que pican a las personas a partir de las 7:00 p.m. tanto dentro como alrededor de las casas
En una segunda fase del estudio y con el apoyo de las autoridades de salud departamental se espera poder trabajar en componentes de prevención, control otros esquemas de tratamiento diferentes al actual y estrategias de educación con la comunidad.
Sobre la leishmaniasis
La leishmaniasis es un grupo de enfermedades producidas por parásitos del género Leishmania y trasmitida por un insecto del género Lutzomyia, conocida en las zonas rurales como aludo o palomilla.
Una de ellas, la leishmaniasis cutánea, se manifiesta clínicamente por la aparición de lesiones en la piel en forma de nódulos que posteriormente se trasforman en úlceras y que aumentan de tamaño. Las lesiones pueden demorar activas meses y años, lo que produce un gran estigma y deterioro la calidad de vida, toda vez que las lesiones están en las zonas descubiertas de la piel, allí donde pican los insectos.
Algunas de las especies de Leishmania, además de afectar la piel pueden afectar las mucosas, el tabique nasal, el paladar y la garganta, produciendo grandes destrucciones en estos tejidos, este tipo de la enfermedad se conoce como leishmaniasis mucosa.
Otra forma clínica de la enfermedad es la leishmaniasis visceral que afecta el hígado y el bazo, especialmente en niños menores de cinco años. Aunque se han encuentra en la Costa Caribe y en el Valle del Magdalena, en Antioquia no se ha informado ningún caso autóctono.
La leishmaniasis afecta a las poblaciones más pobres que viven en zonas rurales y a su vez incrementa la pobreza formando un círculo vicioso donde la pobreza es un factor de riesgo para la enfermedad y la enfermedad acrecienta la pobreza.
La leishmaniasis hace parte de las llamadas, por la OMS, enfermedades huérfanas y olvidadas, es decir, que no existen medicamentos ni vacunas para prevenirlas, toda vez que no son de interés de las multinacionales farmacéuticas.